Cipolletti es un lugar

Todos los dias salgo de mi casa bien temprano y viajo en colectivo hasta mi trabajo. Cruzo el puente sobre el río.
Dejo mi ciudad, cambio de provincia incluso. Paso ahí muchas horas detrás de un escritorio y una computadora. Y cuando llega la hora de salir, terminada la jornada, ansioso -siempre igual-, me calzo los auriculares, elijo algo agradable para escuchar y en la esquina espero impaciente que llegue el colectivo que me devuelva a casa, a los brazos de mi hija y mi mujer, a mis perros, a todos esos asuntos que realmente me importan. Y en ese pensar, en medio de esa canción arrullando mi cabeza, agradezco para adentro cuando veo que asoma el bondi -siempre lleno-. Subo. Estiro la mano para sacar el boleto y digo la única única frase que tengo ganas de decir: "a Cipolletti".


Sean todos bienvenidos.


Puesto a pensar los motivos que tengo para agregar más actividades a mis flacas veinticuatro horas, imagino que debe ser esa necesidad que todos tenemos de sentirnos queridos, de tener cerca a los amigos -aunque sea por internet-, de compartir las cosas que veo a mi alrededor y me dan felicidad. Ya se me ocurrirá algún otro, pero no andará muy lejos lo que me mueve a iniciar este blog y mantenerlo vivo, como a una plantita en la ventana de la cocina, siempre dispuesta a mostrarte sus verdes más brillantes y vigorosos.


Cipolletti es la ciudad donde nací, y no es que sea París, pero tiene cosas interesantes que quiero mostrarte y contarte. Y como no hay ningún blog que hable de esta esquina del mundo, pensé que se merecía uno.


Poco a poco mostraré lo que veo cuando camino por sus calles, cuando salgo en bicicleta, cuando paseo por mi barrio. No voy a hablarte ahora de calles, ni de barrios ni de los temas que ocuparán mis publicaciones porque espero ser justo y darle lugar a cada cosa que se lo merezca. Ya veremos a medida que vayamos andando.

Y ahora los dejo. Ya me tengo que bajar.
"Parada, por favor".


Hasta la próxima entrada.
Ariel.